Una noche, Helena fue raptada por un elfo oscuro mientras el resto del clan dormían apacibles. Padre enloqueció al descubrir que no estaba a su lado y comenzó una batida por todos los rincones de Eria. Entonces, cuando creyó haberla perdido para siempre, Helena apareció a lomos de una enorme bestia recubierta de escamas negras como el azabache y rodeando con sendos brazos el torso desnudo de un corpulento varón drow. No había gesto de dolor ni tristeza, y eso fue lo que más hirió el corazón y el orgullo de Padre.
El Caballero de oscura tez la ayudó a descender del dragón y tras una reverencia, a la que la elfa respondió con condescendencia, desapareció en el cielo.
Nadie sabia qué había ocurrido pero Helena no era la misma. Poco después comenzaron las evidencias: una nueva criatura llegaría pronto…